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Enseñando valores
en la sala

Los valores se enseñan y se aprenden en la vida cotidiana, y se proyectan
en las relaciones comunitarias.

 

Bien se sabe que el aprendizaje de valores es un camino. Podemos intentar implementarlos a través de un libro, transformarlo en una aventura existencial o hacer de él un viaje organizado. Los resultados serán muy diferentes según el método elegido, así como también lo será el nivel de aburrimiento de profesores y niños, según el camino que recorran juntos. El mejor aprendizaje es el activo, pero necesita una guía que respete los procesos personales de cada uno.

En los contenidos básicos de los programas de enseñanza, encontramos bloques específicos acerca de la enseñanza de valores, que son reconocidos universalmente porque están basados en la dignidad de la persona y la naturaleza humana. Así, se promueve el bien, la búsqueda de la verdad, la convivencia, la solidaridad, amistad, comprensión mutua, la tolerancia, la honradez, y muchos más. Se enseñan todos los valores posibles pero, a menudo, separadamente, como bloques de un tema fijo.

Sin embargo, en todas las áreas se aprenden valores, y éstos no se enseñan como temas separados y repitiéndolos, sino que deben ser vividos en la vida cotidiana de la sala y de la institución. Esta transformación curricular se debe realizar en una forma diferente, flexible en el uso de tiempos y espacios, en la que los docentes y alumnos aprendan en equipo y participen activamente en el proyecto institucional.

Estos temas preocupan a la sociedad y preparan al sujeto para formar una personalidad crítica, autónoma, capaz de defender sus derechos y respetar a los demás. No deberían ser agregados yuxtapuestos a otras áreas, sino que deberían darse a los temas cotidianos una óptica nueva, en profundidad, para dar sentido e interés a esas mismas áreas.

Frente a estas posibilidades, se nos plantea el tema de cuáles valores priorizar a la hora de decidir en forma concreta qué enseñar. La selección de los contenidos y el énfasis en uno u otro valor va a depender de un diagnóstico que tenga en cuenta el nivel evolutivo de los chicos, así como el cognitivo, el moral, el afectivo, el contexto social y cultural en el que están inmersos, y la indagación de las preocupaciones de cada grupo específico en cada institución. La elección de qué valores enfatizar debería, así, realizarse a partir de las preocupaciones de nuestros niños.

Algunas de las estrategias que podemos implementar en la sala para ir alcanzando estas metas son:

- Discusión de temas morales:
Consiste en narrar un conflicto de valor, que el personaje central debe resolver optando por una u otra alternativa. Se deben plantear conflictos motivadores y adecuados a la edad y experiencia de los alumnos, por ejemplo:

- María llevó al jardín muchas figuritas de un personaje conocido de la tele. Se las mostró a Mariano. Mariano le dice que si ella no le regala algunas, él no será más su amigo.
¿Qué debería hacer, María?
¿Por qué?
¿Está bien hacer lo que pide Mariano?
¿Es necesario hacer regalos a los amigos? ¿Por qué?
¿Te pasó algo parecido? ¿Qué hiciste?

- Clarificación de valores:
Después de una lectura sobre la convivencia, completar frases inacabadas:
. "Ese perrito que ayudó al más grande, ¿les parece que era malo? ¿era solidario? ¿cómo les parece que era?
Era ................................?"
. "El nene que no prestaba nada, ¿era amable? ¿Era generoso? ¿Sabía compartir?
Era ........................?" (de paso, en sala de 5, ¡aprendemos a escribir la palabra que corresponda!)

También podemos aplicar utilizar recursos de resolución de conflictos, habilidades sociales, ejercicios autobiográficos y de autoconocimiento (por ejemplo, ¿qué es lo que más me gusta hacer? Lo dibujo. ¿Cómo soy? Escribo como puedo (sala de 5) dos palabras que me describan, etcétera).

Fuente: Ministerio de Cultura y Educación de la Nación, Sec. de Programación y Evaluación Educativa. Revista Zona Educativa, Año1, Núm.2, abril 1996.

 

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